La tradición familiar de las clases altas en lo que refiere a morir, era tener una bóvedas o un nicho como lugar para el descanso eterno. A pesar de haber caído en desuso, los valores de éstos espacios en el cementerio más famoso de la ciudad no descienden y se comercializan como verdaderas reliquias.
Recoleta es sin lugar a dudas, el cementerio más famoso por sus numerosos e imponentes mausoleos y bóvedas ornamentados con esculturas y mármoles. Su valor arquitectónico nos remonta a los tiempos en que Argentina era una potencia económica emergente a fines del siglo XIX.
Será por esto, que ni la pandemia que atravesamos, ni la crisis del sector inmobiliario, consiguen bajar su valor. Descansar en paz en el Cementerio de la Recoleta, cuesta en promedio u$s 10.000 el m2., es decir, tres veces más de lo que cuesta el m2 para un departamento en el barrio.
“Los valores no se van a acomodar a la baja porque se tratan de verdaderas reliquias, son monumentos, parte del patrimonio histórico. Algunas cuentan con esculturas de Lola Mora”, detalla María Reynal dueña de la inmobiliaria que lleva su nombre, especialista en el cementerio de la Recoleta en diálogo con los medios.
Quienes invierten en una parcela del cementerio de la Recoleta, no están adquiriendo sólo metros cuadrados, sino parte de nuestra historia. El Cementerio de La Recoleta fué desde su inauguración en 1822, la primera necrópolis pública de Buenos Aires y el lugar de descanso de la alta sociedad argentina.
Más de 90 bóvedas en el cementerio de Recoleta fueron declaradas monumento histórico.
El Cementerio tiene más de 6.400 mausoleos, un sinfín de bóvedas y nichos y sus valores tienen que ver con la capacidad, el estado de conservación y su lugar de ubicación.
Una bóveda para 28 ataúdes, con capilla, primer y segundo subsuelo, escaleras de mármol, barandas y rejas de bronce, cerca de la entrada tiene un valor de u$s 100.000.
Si la bóveda está en la misma manzana que los mausoleos donde descansan figuras reconocidas su valor puede llegar a duplicarse. “Evita es sin dudas la figura más visitada, aquellas que están cerca de su tumba tienen un precio incalculable”, justifica Reynal.
Las trabas del mercado se dan, por tratarse de propiedades antiguas que en muchos casos no tienen los papeles al día. “Algunas bóvedas fueron compradas por los bisabuelos y hoy pertenecen a por lo menos 10 herederos, eso dificulta los papeles para hacer la sucesión y poder venderla”, añadió.
Los especialistas sostienen que: “Además hay que tener en cuenta que la bóveda no sólo debe estar en buen estado sino que tiene que estar vacía, un detalle no menor”.
Se trata de una inversión a perpetuidad, no existen grandes gastos de mantenimiento: “Se paga una tasa anual al Gobierno de la Ciudad que es relativamente baja, similar al ABL”, concluyendo que “comprar en Recoleta un m2 es comprar historia”.
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