En el Cementerio de la Recoleta, ubicado en Junín 1760, una de las mayores atracciones turísticas, culturales y históricas que tiene para ofrecer la Ciudad de Buenos Aires, en el barrio de Recoleta, toma lugar una misteriosa leyenda urbana protagonizada por la joven Rufina Cambeceres.
Rufina Cambeceres nació el 31 de mayo de 1883 en París, a diferencia de la creencia popular de que nació en la Ciudad de Buenos Aires. Su madre era la bailarina italiana Luisa Bacichi, y su padre era el escritor, abogado y político Eugenio Cambaceres, quien promovió la separación de la Iglesia del Estado, escribió las famosas novelas “Sin rumbo” y “En la sangre”, además de “Potpourri” y “Música sentimental”. La familia Cambaceres era perteneciente a la aristocracia argentina de los 1800. Los Cambaceres eran personas muy cultas e inteligentes, pero su nombre llevaba una mala reputación; Eugenio Cambaceres en 1876 tuvo un amorío con Emma Wizjiak, soprano del Teatro Colón, quien estaba casada. Un día fueron descubiertos en uno de los palcos del teatro por el mismo esposo, quien desafió a Eugenio a un duelo, el cual no se llevó a cabo debido a que el esposo terminó abandonando el país sin su mujer. Así fue como desapareció cualquier tipo de futuro en la actividad política para el hombre.
Pero por supuesto, esta no fue la única razón por la que tuvo que abandonar este campo, sería ridículo pensar que en el siglo XIX, la reputación de un hombre sea dañada a tal extremo por un amorío. Es evidente que también se debió a las denuncias que realizó hacia su propio partido, además de su disgusto por la burguesía argentina. Luisa Bacichi tampoco evitó la mala reputación, por supuesto, siendo una bailarina en el siglo XIX, época en la que cualquier bailarina recibía el mismo trato que una prostituta, nada más que ganando más dinero.
Rufina, a pesar de todo esto, y gracias a los recursos de su familia, pudo recibir una excelente educación, convirtiéndose en una alumna muy aplicada que llegó a hablar cinco idiomas. Pero su padre desafortunadamente falleció el 14 de junio de 1889 debido a una fatal tuberculosis. En este entonces, Rufina tenía tan solo seis años.
Y con el paso del tiempo, su madre, Luisa Bacichi, se fue acercando y formando una relación amorosa junto a Hipólito Yrigoyen, quién asistía a las fiestas de la familia. En su momento, era un abogado caracterizado por su inteligencia y su elegancia, y muy pronto se convertiría en presidente de la Argentina, marcando un punto definitive en la historia del país, siendo el primer presidente de la Unión Cívica Radical, y el primer presidente luego de la sanción de la Ley Saénz Peña.
Y aquí es cuando los hechos se difuminan, con tres leyendas urbanas insertadas en la cultura popular. La más famosa mantiene que la relación entre Luisa Bacichi y Hipólito Yrigoyen fue secreta, incluso para Rufina, quien también empezó a enamorarse de Hipólito con el paso del tiempo. Una noche fue invitada al Teatro Colón por este hombre, y Rufina, ilusionada, creyó que esa noche sería el momento en el que su sueño se volvería realidad. Pero una amiga la visitó a su casa la mañana del evento, y esta le confesó que Yrigoyen tenía una aventura con su madre, y que lo sabían todos menos ella. Dos horas más tarde, fue encontrada por la mucama de la familia, quien creyó que estaba dormida, pero luego de tratar de despertarla de todas las maneras posibles sin éxito, acudieron a un médico. El medico la sintió fría, y comprobó su pulso, el cual no pudo sentirlo. Así fue como declaró que la joven falleció de un sincope cardíaco. Esa misma noche, Rufina fue sepultada en el Cementerio de Recoleta, el 31 de mayo de 1902. Pero cuando Luisa acudió a la bóveda para dejar flores allí, encontró el cajón corrido y la tapa rota. Luisa estaba totalmente segura que Rufina fue enterrada viva, en un ataque de catalepsia.
Otras historias mantienen que Rufina era frecuentemente sedada por Yrigoyen y Luisa, para que no se entere de sus encuentros, y que esa noche recibió una dosis mayor del somnífero, el cual la llevó a un coma, despertándose en la tumba. Y también hay quienes mantienen que la idea del triángulo amoroso es totalmente falso, y que la muchacha escapó del ataúd y murió de un ataque al corazón en el cementerio.
Hasta el día de hoy su bóveda se encuentra en el mismo lugar, con una estatua de mármol blanco retratando a Rufina, de pie con una mano en el picaporte del panteón.
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