Misterios del cementerio de la Recoleta. La Dama de Blanco.

Consolidado como el panteón nacional de la argentina, el Cementerio de la Recoleta, no solo nos deslumbra con sus imponentes mausoleos y bóvedas, sino por las historias que lo rodean, los muchos mitos, leyendas y hasta fantasmas que dicen tener presencia en el lugar.

Estos sucesos e historias que han dado la vuelta al barrio, se instalaron en la memoria colectiva de los vecinos y son el atractivo de miles de turistas que vienen buscando conocerlas. En esta ocasión la Dama de Blanco será la protagonista del siguiente fantasmagórico relato.

En 1910, Enrique García Velloso de profesión escritor, tuvo una hija a la que llamaron Luz María, quien creció y se convirtió en una mujer bondadosa, pretendida y admirada debido a su gran belleza. Pero un día ella y su familia recibieron una terrible noticia.

Luz María tenía quince años y padecía leucemia, nada podía salvarla. Y así fue que poco tiempo después, falleció. Su madre devastada por la pérdida, decidió honrarla diseñando ella misma la tumba donde descansaría. Construyó un umbral junto al sepulcro, lugar donde pasó meses llorando por Luz María. Y aquí, es donde comienza la leyenda, de la cual hay varias versiones. La más popular dice que una noche de verano, un grupo de amigos que se encontraba en un bar se cruzó con una mujer vestida de blanco, que captó la atención de todas las personas que se encontraban en el bar.

Y uno de estos hombres del grupo, no podía parar de mirarla, impresionado por su belleza. Realmente creía que era la mujer más bella que había visto en su vida, y se tomó su tiempo para admirarla. Luego de un tiempo, la mujer le sonríe y lo invita a sentarse junto a ella, él se acerca, es en ese momento que comenzaron a hablar. Charlaron por horas, hasta que la mujer le dijo que tenía que volverse a su casa. El hombre decidió acompañarla y le dio su abrigo para que no tenga frío.

Caminaron un tiempo de la mano, y cuando llegaron a la esquina de Vicente López, la dama se despidió y corrió hacia el cementerio. El hombre trató de buscarla, pero la perdió casi instantáneamente, entonces decidió recorrer todos los lugares posibles del Cementerio, sin poder encontrarla.

Obstinado se quedó en el Cementerio hasta que éste abriera sus puertas al público, decidido a recabar información sobre la mujer preguntándole al guardia. Pero el hombre no estaba escuchando esa historia por primera vez, ya se la habían contado y en varias ocasiones de hecho. El guardia lo guió a la tumba de Luz María y le contó la historia de la muchacha, su gran belleza, la enfermedad que padecía, y el diseño de la tumba realizado por su madre.

Y el joven pudo constatar viendo la foto que se encontraba en la lápida, que la señorita era exactamente igual a la mujer que se encontró en el bar y le dio su abrigo.

La historia perdura con el paso del tiempo y da vueltas por el barrio, de la mano de los relatos de personas que dicen haberse encontrado a la dama de blanco, en bares, fiestas, o reuniones, con su belleza intacta e hipnotizando a sus pretendientes.