La mañana del 26 de agosto de 1881, los autoproclamados “Caballeros de la Noche”, anunciaron mediante una carta que habían robado el mausoleo de la familia Dorrego, el cual se encontraba en el Cementerio de Recoleta, y más específicamente, que habían robado el ataúd de Inés Indart de Dorrego, cuñada del famoso gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego (quien fue enterrado en esa misma cripta).
Felisa Dorrego, hija de Inés Indart de Dorrego, vivía con su esposo Mariano Miró en el palacio Miró, lugar donde recibió la siguiente carta:
“Señora Doña Felisa Dorrego de Miró y Familia“:
Respetable señora y familia:
Al pasar vista por estas líneas tal vez encontrará que sus sentimientos desfallezcan, pero éste es un mal que no tiene remedio y nos encontramos impulsados con todo nuestro pesar a proceder, por causas ajenas, del modo que lo hacemos.
Estos preliminares puestos, venimos sin más comentarios a participarles a ustedes que los restos mortales de su finada madre, Doña Inés de Dorrego, que reposaban desde hace poco tiempo en la bóveda de la familia de los Dorrego, han sido sacados por nosotros mismos en la noche pasada del 25 del corriente mes y que, por consiguiente, se encuentran en nuestro poder, fuera del camposanto de la Recoleta.
Al mismo tiempo añadiremos que estos restos están rodeados de respeto y volverán intactos al lugar de donde han sido sacados, pero es bajo una condición, si ustedes quieren ser condescendientes con nosotros.
Sabemos que Doña Inés de Dorrego al morir dejó a sus hijos queridos una fortuna colosal. Sabemos que esas hijas la lloran y la veneran, habiendo sido ella, con ellas, madre amante y cariñosa; y que esas hijas por todo el mundo no consentirían ver estos restos sagrados ultrajados y tirados al viento en tierras profanas y desconocidas.
Sabemos que la familia de la señora de Dorrego está con justa razón celosa de su nombre ilustre y sin mancha, que la vil crítica no ha podido ni tal vez podrá alcanzar nunca. En fin, sabemos que para las ricas y generosas herederas de Doña Inés de Dorrego deshacerse de cinco millones de pesos moneda corriente, le sería una friolera, una cantidad insignificante…
Con más claridad y en resumen: Ud. Doña Felisa Dorrego de Miró y familia, nos abonarán en el término de 24 hs. la cantidad de dos millones de pesos moneda corriente, que son ochenta mil patacones, si quieren que los restos de su finada madre, Doña Inés de Dorrego, sean devueltos intactos y respetados al santuario mortuorio de la familia, de donde han sido sacados, sin que nadie sepa de lo sucedido, se lo juramos…
Que indudablemente la justa crítica de una sociedad y una nación os cubrirá de verguenza y lodo, manchado para siempre vuestro nombre, ilustre hasta la fecha. ‘Hijas ricas –dirán– y tan desnaturalizadas, que por no desprenderse de un poco de oro, y bajo fútiles pretextos, del deber y de su misma conciencia’…
Que todas las precauciones, todas las medidas que aconseja la prudencia, han sido tomadas por nuestra parte y serán tomadas para burlar en todo y por todo la acción de la policía. Antes de tomar una resolución piénselo ud. bien. Que esta resolución no sea hija de una obcecación o arrebato momentáneo e irreflexivo: el remedio podría ser peor que el mal…
Los Caballeros de la Noche”.
La carta es sorprendentemente respetuosa y refinada, algo inusual para un crimen de este estilo. Felisa Dorrego de Miró decidió llevar a cabo una denuncia, pero a su mayordomo le pareció muy extraña la situación, debido a que él había ayudado a mover el ataúd en el funeral, y creía que era imposible sacarlo del Cementerio sin que nadie se de cuenta. Y tuvo razón, el ataúd apareció en otro panteón del cementerio; pero la policía decidió realizar la transacción igualmente para capturar a los “Caballeros de la Noche”, aunque curiosamente, fueron liberados posteriormente, ya que no existía ninguna ley con respecto a la coerción. Fue así como este episodio logró que en el artículo 171 del Código Penal se condene con una pena de dos a seis años de prisión a cualquier persona que “sustrajera un cuerpo para hacerse pagar su devolución”.
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