“Desde que yo me acuerdo cada injusticia me hace doler el alma como si me clavase algo en ella. De cada edad guardo el recuerdo de alguna injusticia que me sublevó desgarrándome íntimamente”
La palabra fue para Eva Duarte de Perón, una herramienta con la que dar cuenta de la realidad y construir una presencia. Y, por qué no, un acto de amor, corriendo el velo que invisibilizaba a trabajadores, mujeres, campesinos y marginados.
“La abanderada de los humildes” apelaba a la lealtad, a la clase, a lo nacional y a los derechos de las mujeres, designando de manera clara el campo “amigo/enemigo” y apelando a un tono épico (lucha, desprendimiento, solidaridad), emotivo (amor, muerte, sufrimiento) y poblado de imágenes, algunas grandilocuentes, muchas otras simples y cotidianas.
Cinco textos publicados por la Biblioteca del Congreso de la Nación en 2012 bajo el título de “Eva Perón. Discursos”.
“Hablo a las mujeres de fortuna adversa” – 9 de octubre de 1946
“Hablo a todas las mujeres de mi país que trabajan y luchan rudamente por su hogar. A las que la fortuna adversa, o el humilde destino, han llevado allí, al pequeño refugio del taller, de la fábrica, de la oficina. Hablo a mi hermanas del campo, del quebrachal, y del ingenio. A las que optaron por dar a su hombre, a la par que su ternura, su dedicación y su periódico sacrificio del trabajo”.
“Hablo a las que necesitan defender algo, y seguir teniendo fe en la justicia social de un pueblo. A las alegres o sombría muchachas que hacen cola en los acogedores claustros de la Secretaría de Trabajo y Previsión, la Casa de los Trabajadores Argentinos, aguardando -día a día- con idéntica fe y renovado fervor, la suerte y la defensa individual o colectiva de cada peso de su jornal humilde. Hablo a lo que el país, tiene de maravilloso y entrañable”.
“Yo pertenezco a mi pueblo, me confundo con él; soy lo que una de ustedes: un corazón de mujer que, en el día difícil y amargo de la derrota, ha sacado fuezas de su flaqueza, y ha luchado y se ha impuesto por el futuro mejor de su país, de su pueblo”.
El derecho a elegir y ser elegidas – 12 de febrero de 1947
“La mujer puede y debe votar en mi país. La mujer votará, si los camaradas -ahondando en sus responsabilidades nacionales- ofrecen a todo un vasto y ansioso sector humano, el precioso instrumento de su reivindicación civil: el derecho a elegir y ser elegidas”.
23 de septiembre de 1947
“(…) Debimos afrontar la calumnia, la injuria, la infamia. Nuestros eternos enemigos, los enemigos del pueblo y de sus reivindicaciones, pusieron en juego todos los resortes de la oligarquía para impedir el triunfo. Desde un sector de la prensa al servicio de intereses antiargentinos, se ignoró a esta legión que me acompaña; desde un minúsculo sector del Parlamento, se intentó postergar la sansión de esta ley”.
“(…) Aquí está, hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos una larga historia de lucha, tropiezo y esperanzas ¡Por eso hay en ella crispaciones de indignación, sombras de ocasos amenzadores, pero también, alegre despertar de auroras triunfales!”.
“Y esto último que traduce la victoria de la mujer sobre las incomprensiones, las negaciones y los intereses creados de las castas repudiadas por nuestro despertar nacional, solo ha sido posible en el ambiente de justicia de recuperación y de saneamiento de la Patria, que estimula e inspira la obra de gobierno del general Perón, líder del pueblo argentino”.
Lo que debía pasar a la historia como la proclamación de la fórmula Perón-Perón lo hizo como “renunciamiento histórico” – 22 de agosto 1951. Eva Perón habló ante dos millones de trabajadores que se concentraron en la esquina Moreno y 9 de Julio de la Ciudad de Buenos Aires.
“Mi general: son vuestras glorosiosas vanguardias descamisadas las que están presentes hoy, como lo estuvieron ayer y estarán siempre, dispuestas a dar la vida por Perón. Ellos saben muy bien que antes de la llegada del General Perón vivían en la esclavitud y por sobre todas las cosas, habían perdido la esperanza de un futuro mejor”.
“Ellos no perdonarán jamás que el General Perón haya levantado el nivel de los trabajadores, que haya creado el justicialismo, que haya establecido que en nuestra Patria la única dignidad es la de los que trabajan”.
“(…) Saben también que la oligarquía, que los mediocres, que los vendepatria todavía no están derrotados, y que desde sus guaridas atentan contra el pueblo y contra la nacionalidad. Pero nuestra oligarquía, que siempre se vendió por cuatro monedas, no cuenta en esta época con que el pueblo está de pie (…)”.
“(…) Así como hace cinco años dije que prefería ser Evita antes de ser esposa del presidente, si ser Evita era dicho para calmar un dolor en algún hogar de mi Patria, hoy digo que prefiero ser Evita porque siendo Evita sé que siempre me llevarán muy adentro de su corazón ¡Qué gloria, qué honor, a qué más puede aspirar un ciudadano o ciudadana que al amor del pueblo argentino!”.
Evita volvió al micrófono, pidió que “no me hagan hacer lo que nunca quise hacer”… “Compañeros: yo no renuncio a mi puesto de lucha, renuncio a los honores”.
“¿Ustedes creen que si el puesto de vicepresidenta fuera una carga y yo hubiese sido una solución no hubiera contestado que sí?” Y después dijo: “Mañana, cuando…” Entonces fue interrumpida por un “Hoy” que empezó a replicarse por toda la avenida 9 de Julio.
“Compañeros: por el cariño que nos une, les pido por favor que no me hagan hacer lo que no quiero hacer. Yo les pido a ustedes, como amiga, como compañera, que se desconcentren”. “Si estuvieran en mi corazón, verían cuánto se los agradezco y ustedes me darían la oportunidad para que yo pueda pensarlo”.
En el ida y vuelta que se había convertido en contrapunto, Evita dice: “El pueblo es soberano. Yo acepto…” “¡No, no, compañeros! Yo acepto las palabras del compañero Espejo y mañana, a las 12 del día…”
“Yo haré lo que diga el Pueblo”. El 31 de agosto, a través de un mensaje radial, Evita confirma que no aceptaba la postulación a la vicepresidencia. Una renuncia “inquebrantable y que nace de mi corazón”.
17 de octubre 1951
“(…) Yo no podré faltar nunca a esta cita con mi pueblo en cada 17 de octubre. Yo les aseguro que nada ni nadie hubiera podido impedirme que viniese, porque yo tengo con Perón y con ustedes, con los muchachos de la CGT, una deuda sagrada: y a mi no me importa si para saldarla tengo que dejar jirones de mi vida en el camino”.
“(…) Yo no quise ni quiero nada para mi. Mi gloria es y será siempre el escudo de Perón y la bandera de mi pueblo, y aunque deje en el camino jirones de mi vida, yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria”.
“(…) Y les pido una sola cosa: estoy segura que pronto estaré con ustedes, pero si no llegara a estarlo por mi salud, ayuden a Perón, sigan fieles a Perón como hasta ahora, porque eso es estar con la Patria y con ustedes mismos”.
Último discurso, el 1 de mayo de 1952
Quien queira oír, que oiga
“(…) Yo le pido a Dios que no permita a esos incensatos levantar la mano contra Perón, porque ¡guay de ese día! Ese día, mi general, yo saldré con el pueblo trabajador, yo saldré con las mujeres del pueblo, yo saldré con los descamisados de la Patria, para no dejar en pie ningún ladirllo que no sea peronista”.
“(…) Luchamos junto con Perón por una humanidad feliz dentro de la justicia, dentro de la dignificación de ese pueblo, porque en eso reside la grandeza de Perón. No hay grandeza de la Patria a base del dolor del pueblo, sino a base de la felicidad del pueblo trabajador”.
“(…) Antes de terminar, compañeros, quiero darles un mensaje: que estén alertas. El enemigo acecha. No perdona jamás que un argentino, que un hombre de bien, el general Perón, esté trabajando por el bienestar de su pueblo y la grandeza de la Patria. Los vendepatrias de dentro, que se venden por cuatro monedas, están también en acecho para dar el golpe en cualquier momento. Pero nosotros somos el pueblo y yo sé que estando el pueblo alerta somos invencibles porque somos la Patria misma”.
Nacida bajo el nombre de María Eva Duarte-hija ilegítima de Juan Duarte y de Juana Ibarguren-un 7 de mayo de 1919, en la Provincia de Buenos Aires en un pueblito llamado Los Toldos. Eva o Evita, como la bautizaron las clases populares del pueblo argentino, decide mudarse a Buenos Aires a la corta edad de 15 años-sin ningún tipo de contactos, referencias e incluso formación alguna-persiguiendo el deseo de convertirse en actriz. Y lo logra, apareciendo además en las portadas de reconocidas revistas de aquella época e, incluso, encabezando un programa de radio muy escuchado en ese entonces.
Para enero del año 1944, Eva conoce al – en ese entonces- coronel Juan Domingo Perón bajo el marco de un festival de carácter benéfico para apoyar, ayudar y contener a las víctimas de un terremoto que había tenido lugar en la ciudad de San Juan unos días antes. Es a partir de ese entonces que María Eva Duarte y Juan Domingo Perón comienzan una relación sentimental – haciéndola oficial un año más tarde casándose – que se mantuvo hasta el fin de los días de Eva. Y comienza también, de este modo, parte fundamental en lo que respecta a la historia de nuestro país.
En su posición de primera dama, Eva construyó y mantuvo un rol de lo más activo en la política y la sociedad de aquella época-vale aclarar que Eva jamás aceptó ningún tipo de cargo de carácter oficial-. Podemos nombrar como algunos ejemplos su intensa labor en cuanto a la obtención del voto femenino, la creación de hospitales, hogares, policlínicos e, incluso, escuelas.
Fundó, gestionó y estuvo a cargo, además, de la “Fundación Eva Perón” cuyo objetivo primordial fue el de proporcionar ayuda social, como así también, realizar diferentes obras benéficas destinadas a los sectores más vulnerables de la sociedad de aquella época. La fundación tuvo su funcionamiento entre los años 1948 y 1955 con marco legal mediante el decreto N° 20564. Inicialmente adoptó el nombre de “Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón” para finalmente ser llamada “Fundación Eva Perón” y entre sus principales logros podemos nombrar – de forma resumida – los siguientes: puestos de trabajo para aproximadamente 13.402 mujeres, 8.726 chicos fueron internados para su cuidado en colegios o instituciones de la Fundación y alojamiento en el Hogar de la Empleada para unas 500 mujeres, entre muchos otros objetivos cumplidos.
Evita deja el mundo terrenal un 26 de julio del año 1952 a la temprana edad de 33 años, producto de un cáncer de cuello de útero. Su velatorio duró más de 15 días y Evita quedó inmortalizada para siempre en la memoria colectiva de todo el pueblo argentino y quedando homenajeada, además, en diferentes puntos a lo largo y a ancho de todo el país.
txt: Marie N