El árbol abuelo de la ciudad.

Hablamos del gomero que nos mira a todos desde tiempos inmemoriales en el barrio de La Recoleta.

Este señor árbol de dimensiones asombrosas, en su base mide más de siete metros de ancho, y algunas de sus ramas alcanzan más de 30 metros de largo, mientras que su frondosa copa abarca los casi cincuenta metros. Se mantiene aún de pie desde hace mas de doscientos treinta años, resistiendo y adaptándose a la amenaza constante que significa el desarrollo urbano a su alrededor.

El mítico árbol fue plantado en 1781, y se cuenta que todos los demás gomeros existentes en Buenos Aires son de su descendencia.

Sus extensas ramas cobijan bajo su sombra al recurrido público visitante de Plaza Francia, a los comensales de los coquetos restaurantes de la vereda de enfrente y a los que recorren el cementerio de la Recoleta, ícono del barrio también, donde descansan los restos de muchas de las personalidades que forjaron la historia del país.

Se cuentan dos versiones históricas sobre él.

La primera de ellas asegura que el primer gomero de la Recoleta -ubicado frente a La Biela- fue plantado por los curas recoletos, y que no solo le dieron nombre al lugar, sino que además, habían realizado en dichos terrenos un jardín botánico, trayendo ejemplares de distintas especies, de todo el mundo tal y como éste que fue traído de la India.

La segunda versión no contradice los hechos, pero la plantación de la reliquia se le atribuye a don Manuel Altolaguirre y Pando, reconocido agrónomo y dueño por entonces de esas tierras, que según dicen se extendían hacia el Oeste hasta lo que es hoy Plaza Miserere y hacia el norte llegaba hasta el actual barrio Belgrano, algunos le dieron por nombre la chacra de la Recoleta y otros la chacra de los Olivos.

En la segunda versión de la historia la implantación de este gomero-ficus elástica- fue realizada entre los años 1791 al 93. Mientras nuestro gomero adolecía, en Buenos Aires ocurrían ciertos sucesos que más tarde conocimos como Revolución de Mayo, y en plena juventud asistió a los fastos del Centenario, mientras que en la actualidad a celebró junto a la ciudad el Bicentenario.

Lo cierto es que el emblemático “abuelito” goza de muy buena salud y seguirá siendo compañero, testigo y engalanando con su presencia la coqueta plaza San Martín de Tours, frente a la entrada del cementerio de la Recoleta.